Monseñor Juan José Gerardi Conadera
Obispo guatemalteco de la Iglesia Católica, defensor férreo de los Derechos Humanos en Guatemala. TRABAJO REALIZADO POR CESIA MELÉNDEZ Y CHRISTIAN REVOLORIO
martes, 13 de julio de 2010
VIDA
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OBRA:
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CASO GERARDI
Las indagaciones médicas comprobaron, por una fractura en el dedo, que el clérigo intentó repeler el ataque. Las declaraciones de Orantes, posteriormente, serían erráticas y contradictorias. Las piernas del occiso estaban cruzadas a la altura de los tobillos y las manos entrecruzadas sobre el pecho. Cerca del cuerpo estaba el bloque de concreto triangular que presuntamente fue utilizado para cometer el crimen. Las inconsistencias y la negligencia en la investigación empezaron en la escena del crimen: en cintas de vídeo de la escena del crimen aparecía el fiscal analizando la presunta arma del delito sin guantes y caminando entre los charcos de sangre alrededor del cadáver. Las muestras forenses se enviaron al laboratorio en recipientes sin sellar.
A finales de mayo, la ODHAG suministró un número de licencia de un vehículo registrado en una base militar, que había sido visto por un testigo identificado dando vueltas alrededor de la parroquia la noche del crimen, así como los nombres del coronel retirado Byron Lima Estrada y de su hijo, el capitán Byron Lima Oliva, suscrito al Estado Mayor Presidencial, (órgano de inteligencia militar), quienes, según la ODHAG, estaban presuntamente relacionados con el asesinato. Curiosamente, los registros del vehículo en archivos estatales desaparecieron luego de que se hiciera pública tal información.
Tras la muerte de monseñor Gerardi, miembros de la ODHAG fueron sometidos a vigilancia esporádica por parte de desconocidos y recibieron amenazas anónimas por teléfono. El 8 de junio del 2001, el poder judicial estableció la existencia del delito de ejecución extrajudicial en la persona de Juan Gerardi y responsabilizó, en calidad de autores mediatos, al coronel Byron Lima Estrada, al capitán Byron Lima Oliva y al ex especialista del ejército Obdulio Villanueva y, en calidad de cómplice, al sacerdote Mario Orantes Nájera.
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Según Chanax, que luego saldría al exilio, la escena del crimen fue alterada por dos militares para desviar la acción de los investigadores. Custodiado por escoltas armados y amparado en un programa de protección de testigos a cargo de la fiscalía y sobre todo, de la cooperación internacional, Chanax declaró ante el tribunal.
La sentencia en primera instancia, acogida con aprobación tanto nacional como internacionalmente, fue considerada un importante precedente concretado en el proceso de fortalecimiento del estado de derecho y en la lucha contra la impunidad, pues fue la primera sentencia contra elementos castrenses en un tribunal civil en la historia del país. Las apelaciones relativas fueron desestimadas. Los condenados solicitaron en el año 2010 la rendición judicial de penas, lo cual denegó la judicatura pertinente.
El caso continúa abierto en la fiscalía guatemalteca.
La sentencia en primera instancia, acogida con aprobación tanto nacional como internacionalmente, fue considerada un importante precedente concretado en el proceso de fortalecimiento del estado de derecho y en la lucha contra la impunidad, pues fue la primera sentencia contra elementos castrenses en un tribunal civil en la historia del país. Las apelaciones relativas fueron desestimadas. Los condenados solicitaron en el año 2010 la rendición judicial de penas, lo cual denegó la judicatura pertinente.
El caso continúa abierto en la fiscalía guatemalteca.
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